Ilustracja

18 (2025), nr 1
s. 87–105
https://doi.org/10.56583/fs.2757
Licencja CC BY-NC-SA 4.0
ISSN: 1899-3109; eISSN: 2956-4085


z problematyki historycznej



dr Marcin Karkut
Universidad Católica de Lublin Juan Pablo II
e-mail: marcin.karkut@kul.pl
https://orcid.org/0000-0002-2467-7361

La Rusia de Isabel I y Pedro III a la luz de la correspondencia del marqués de Almodóvar (1761–1763)

The Russia of Elisabeth I and Peter III in the Light of the Correspondence of the Marquis of Almodóvar (1761–1763)

Summary

In June 1761, Pedro Francisco de Luján y Suárez de Góngora, Marquis Almodóvar, the minister plenipotentiary of the Spanish monarch Charles III of Bourbon, arrived in St Petersburg. His mission initiated permanent diplomatic relations between Spain and Russia, which had previously been maintained sporadically. Marquis Almodóvar stayed in St Petersburg during the Seven Years’ War, closely observing the reigns of Elizabeth I, Peter III, and Catherine II. He witnessed significant political events, such as the death of Elizabeth and Peter’s assumption of the throne, Russia’s alliance with Prussia, and the palace coup that resulted in Peter III’s abdication and Catherine II’s coronation. He meticulously described all events he witnessed or learned about and dispatched information to Madrid that might be of interest to the Spanish court. Thanks to Almodóvar’s correspondence, distant Russia became better known in Spain, which is its core value.

Keywords: Spanish-Russian relations; Russia in the 18th century; Elizabeth I; Peter III; Marquis Almodóvar

Streszczenie

W czerwcu 1761 roku do Petersburga dotarł Pedro Francisco de Luján y Suárez de Góngora, markiz Almodóvar, minister pełnomocny hiszpańskiego monarchy Karola III Burbona. Jego misja zapoczątkowała stałe relacje dyplomatyczne między Hiszpanią a Rosją, wcześniej utrzymywane tylko sporadycznie. Markiz Almodóvar przebywał w Petersburgu w czasie wojny siedmioletniej, bacznie obserwując rządy Elżbiety I, Piotra III oraz Katarzyny II. Był świadkiem istotnych wydarzeń politycznych, jak śmierć Elżbiety i objęcie rządów przez Piotra, przejście Rosji na stronę Prus czy przewrót pałacowy, którego konsekwencją była abdykacja Piotra III i koronacja Katarzyny II. Szczegółowo opisywał wszelkie wydarzenia, których był świadkiem lub o których usłyszał, i wysyłał do Madrytu informacje, mogące zainteresować dwór hiszpański. Dzięki korespondencji Almodóvara w Hiszpanii lepiej poznano odległą Rosję. Na tym przede wszystkim polega jej walor.

Słowa kluczowe: Relacje hiszpańsko-rosyjskie; Rosja w XVIII wieku; Elżbieta I; Piotr III; markiz Almodóvar

Introducción

En el siglo XVIII, el Imperio Ruso empezó a desempeñar un papel cada vez más importante en el equilibrio de poder europeo. Sin embargo, para los países occidentales, incluida España, Rusia seguía siendo un país lejano, poco conocido y necesitado de un mejor conocimiento. No fue hasta el establecimiento de una misión diplomática permanente en San Petersburgo, en 1761, cuando se pudo obtener de forma más sistemática información sobre la política interior, las relaciones internacionales y la realidad social y cultural de la corte rusa. La correspondencia de Pedro Francisco de Luján y Suárez de Góngora, marqués de Almodóvar, en calidad de ministro plenipotenciario del rey Carlos III se convirtió en una fuente clave de este conocimiento.

El artículo intenta reconstruir una imagen de Rusia entre 1761 y 1763 a partir de una fuente diplomática. El análisis se centra en la cuestión de qué información sobre la situación política, social y militar de Rusia llegó a Madrid a través del relato de Almodóvar, y en cómo interpretó el diplomático los acontecimientos de los que fue testigo: la muerte de Isabel, el giro en la política exterior tras la ascensión de Pedro III al trono, el golpe palaciego y la coronación de Catalina II. El artículo examina asimismo las percepciones del enviado español sobre Rusia y sus élites. El autor analiza también los aspectos prácticos de llevar a cabo una misión diplomática en un país lejano y culturalmente diferente, destacando las dificultades logísticas, climáticas y políticas a las que se enfrentó Almodóvar. El papel de España en el contexto del equilibrio de poder europeo y sus intentos de reforzar los lazos comerciales y diplomáticos con Rusia, especialmente ante el conflicto con Gran Bretaña y el empeño por reducir la influencia británica y holandesa en el comercio ruso, constituye también un importante tema de investigación.

La correspondencia no sólo es una valiosa fuente de información sobre las realidades políticas de la Rusia de la época, sino también un testimonio de la visión occidental del imperio oriental.

El autor de la correspondencia analizada es Pedro Francisco de Luján y Suárez de Góngora, VI marqués de Almodóvar del Río. Fue hijo de Fernando de Luján y Silva, consejero de Indias, y Ana Antonia Suárez de Góngora y Menéndez de Avilés1. El futuro marqués de Almodóvar nació en Madrid el 18 de septiembre del año 1727. Se formó en una escuela pública donde “el mérito y los talentos daban superioridad al aplicado, no la dignidad ó riqueza de su padre”2. Cuando era joven emprendió el típico Grand Tour por Europa, visitando Austria, Francia, Inglaterra, Italia, Países Bajos, Polonia y Prusia. Era un joven apasionado de la lectura, escribía y, al mismo tiempo, oficiaba la función cortesana como mayordomo de semana y gentilhombre de cámara del rey Carlos III de Borbón3. Al tener sólo 34 años, el monarca español le nombró ministro plenipotenciario ante la corte de Rusia (1761–1763), empezando así su carrera diplomática. Ejerció como embajador en Portugal (1765–1778)4 y en Gran Bretaña (1778–1779)5. En 1780 el rey le otorgó el título del I duque de Almodóvar. Unos años más tarde fue nombrado consejero de Estado, pero su vida en este periodo se centró sobre todo en el ambiente intelectual. En 1780 ingresó como consiliario en la Real Academia de San Fernando, un año más tarde fue admitido en la Real Academia de Historia. En 1792 fue elegido director de la Real Academia de Historia, el puesto que sostenía hasta su muerte en mayo de 17946.

La correspondencia que dejó el marqués de Almodóvar abarca el periodo entre el 12 de enero de 1761 y 30 de septiembre de 1763. Contiene las cartas dirigidas, como le explicó el rey en la instrucción diplomática, sólo a Ricardo Wall y Devereux (1694–1777), secretario de Estado, en las que contaba sobre las cuestiones que pudieran ser útiles para los asuntos españoles. En el caso de “los asuntos que pidan alguna reserva” el marqués estaba obligado a utilizar la cifra.

El valor de las misivas analizadas debe ser tratado como indiscutible. A través de ellas el Estado español tuvo relación de primera mano de los sucesos acontecidos en la Rusia del fin del reinado de Isabel I y de su sobrino Pedro III7.

1.  España y Rusia en el siglo XVIII8

Los lazos diplomáticos entre España y Rusia, debido principalmente a la distancia geográfica y a la falta de intereses comunes, no tomaron forma permanente hasta el siglo XVIII. Entonces la intensificación de los contactos se debió a diversos factores, el más significativo de los cuales fueron las dos grandes guerras de principios del siglo XVIII: la Guerra de Sucesión Española (1701–1714) y la Gran Guerra del Norte (1700–1721), que acercaron a los dos estados.

España, aunque considerablemente debilitada, se mantuvo a flote. El cambio de dinastía gobernante supuso un fortalecimiento de los cimientos del Estado y de su posición internacional. Para materializar la idea política de revisar el Tratado de Utrecht, entre otras cosas recuperando las posesiones perdidas a costa de Austria y Saboya en Italia, Felipe V Borbón (1700–1746), vinculado por pactos familiares con Francia, comenzó a buscar aliados9.

Rusia, por su parte, fortalecida por su gran victoria sobre los suecos en la Gran Guerra del Norte, comenzó a aplicar su política de superpotencia. Como resultado de la Paz de Riga en 1721, obtuvo acceso al mar Báltico, lo que propició su rápido desarrollo económico, con el consiguiente fortalecimiento militar. Pedro I estaba dispuesto a llevar a cabo una política internacional audaz y ambiciosa.

Durante el reinado de Fernando VI (1746–1759), el primer ministro José de Carvajal y Lancaster10, defendió enérgicamente los ideales de paz y mantenimiento del equilibrio político en Europa. Las relaciones diplomáticas entre España y Rusia se debilitaron entonces. No obstante, en 1749 el marqués de Ensenada11 señaló en su “Reglamento” la necesidad de una legación diplomática permanente en Petersburgo12. Sin embargo, la idea del omnipotente ministro no se materializó hasta 1761, cuando Pedro de Góngora y Lujan, marqués de Almodóvar, partió hacia Rusia.

La muerte sin descendencia de Fernando VI llevó al rey Carlos de Nápoles y Sicilia (1759–1788) a ocupar el trono en Madrid. Tomó la rápida decisión entrar en la Guerra de los Siete Años para, sobre todo, reconquistar a Gibraltar y Menorca. En 1761 el monarca español firmó un tercer pacto de familia con los Borbones franceses, que también acercó a España a Rusia, que estaba en el mismo bando del conflicto. En los años 60. de siglo XVIII se nota un gran interés por los asuntos rusos en la política exterior española. Esto se debió, por un lado, a los grandes éxitos en el teatro de lucha europeo de la Guerra de los Siete Años13, y por otro, a las noticias que llegaban a la corte de Madrid sobre las factorías mercantes rusas en el noroeste de la Alta California14. Estos rumores fueron confirmados por el ministro plenipotenciario de Carlos III en San Petersburgo, el marqués Almodóvar15. Por otra parte, desde casi el principio de su reinado, Carlos III se esforzó por entablar contactos comerciales con Rusia16. Para establecer unas relaciones correctas, el monarca español accedió a las exigencias rusas de conceder a los zares el título de emperador17. Como escribe en una instrucción diplomática destinada a su ministro en Rusia, la falta de relaciones diplomáticas más amplias se debía a

[…] la dificultad que encontraron el Rey mi muy venerado padre y el Rey mi muy amado hermano, en dar el título de Majestad Imperial á la Emperatriz de aquellos vastos dominios. […]. Escribí desde Nápoles con este motivo á la Zarina, dándola generosamente el tratamiento de Imperial, tanto por considerar que no podria seguirse ningun perjuicio á mi decoro y dignidad, en reconocerla del mismo modo que la habrán reconocido los demás potentados de Europa, y con especialidad mi primo el Christianísimo […]18.

El papel creciente de los „vastos dominios” rusos en Europa y en el Mundo hizo que España viera la necesidad de crear un servicio diplomático eficaz. Ricardo Wall y Devereux, secretario de Estado, respondió rápidamente a esta necesidad estableciendo el primer puesto diplomático permanente en San Petersburgo. A partir de entonces, comenzó a llegar a Madrid todo tipo de información sobre la política interior y exterior de Rusia, su poderío militar, su economía, así como sus costumbres, la vida en la corte, etc. Como escribe Cezary Taracha, la embajada en Petersburgo se convirtió en “el centro logístico coordinador de todas estas actividades españolas en Rusia fue a partir de 1761”19.

Según contaron los investigadores, basándose en datos publicados por Didier Ozanam, entre 1727 y 1808, la embajada española en Rusia contó con 13 jefes de misión con rango de embajador o ministro plenipotenciario y 13 secretarios del cargo20.

2.  El viaje del marqués de Almodóvar

Aunque el marqués Almodóvar fue nombrado ministro plenipotenciario de Carlos III ante la corte de Rusia en 1759, no partió para Petersburgo hasta principios de enero de 1761. Desgraciadamente, desconocemos las razones del retraso de su salida de Madrid. Lo que sí sabemos es que preparó su viaje con mucha prisa, al llegar a la corte real la noticia de que el príncipe Repnin abandonaba San Petersburgo para ocupar un puesto diplomático ruso ante Carlos III. El viaje de Almodóvar duró casi seis meses. El 12 de enero de 1761 el ministro llegó a Pamplona, de allí vía Burdeos a París, donde se encontró dos semanas después, el 30 de enero. En la corte gala permaneció hasta finales de marzo21. Almodóvar se entrevistó allí con el príncipe Dmitry Golitsyn, ministro plenipotenciario ruso en la corte francesa. Las conversaciones se centraron en la figura del nuevo enviado de la zarina Isabel a la corte española, el príncipe Repnin. El príncipe Golitsyn comunicó a Almodóvar que Repnin se encontraba en Varsovia y que realizaría el viaje sin prisas para mayor comodidad. Se acordó entonces que Almodóvar se reuniría con Repnin en Viena, “en la mitad de nuestro camino”22. Al día siguiente, 23 de febrero, el marqués Grimaldi, embajador de Carlos III en Versalles (1761–1763), presentó a Almodóvar a Luis XV y a su séquito. El 11 de abril, Almodóvar llegó a Múnich, donde, al día siguiente, fue muy bien recibido, con “el agrado, afabilidad y distinciones con que me honraron todos estos Principes”23. Almodóvar se refería a Maximiliano III, duque de Baviera, y a su esposa María Ana de Sajonia, hija del rey polaco Augusto III (al mismo tiempo cuñada de Carlos III). De camino a Viena, Almodóvar se reunió con el príncipe Repnin y su esposa. Tras una breve reunión llena de “reciprocos cumplimentos” los diplomáticos se separaron, cada uno emprendiendo su viaje al destino. El 17 de abril, Almodóvar llegó a Viena, donde no permaneció mucho tiempo, pues el 23 de abril ya estaba en Varsovia. En el Palacio Sajón, el conde Aranda, embajador de España en Polonia, presentó a Almodóvar al rey Augusto, suegro de Carlos III. Almodóvar se vio obligado a prolongar su estancia en Varsovia porque su carruaje se había averiado y necesitaba las reparaciones necesarias. El mismo abandonó Varsovia el 3 de junio y se dirigió al norte, hacia Königsberg, adonde llegó el 7 de junio. En Königsberg, el diplomático permaneció una semana debido a la grave enfermedad de uno de sus criados. Tras una breve parada en Klaipéda, llegó a Riga el 19 de junio. Antes, en Rastenburg (Kętrzyn), Almodóvar se reunió con un sargento del regimiento de infantería Casan, que había sido enviado desde Königsberg para transmitir los saludos del gobernador general Alejandro Suvorov, quien facilitó la estancia de Almodóvar en la ciudad. En una carta fechada el 24 de junio, el marqués describe cómo fue recibido en la ciudad prusiana, que había sido tomada por los rusos al comienzo de la Guerra de los Siete Años:

[…] me condujo á una casa que se me habia destinado para alojamiento de orden del Gobernador; la guerdia de la puerta y la del principal, que está en la plaza, me presentaron las armas, pero ni una ni otra me tocaron el tambor; los oficiales estaban delante de sus guardias, descansando sobre su fusil, y saludaban con el sombrero. En la puerta del alojamiento hay una guardia compuesta de ocho hombres y un cabo, que se mantuvo siempre en mi casa á mi orden, tomando y presentando las armas siempre que entraba ó salía de ella24.

Más adelante en la misma carta, Almodóvar describe la persona de A. Suvorov. Indica que hay 15.000 soldados bajo su mando, “que han quedado del otro lado del Vistula”. Sólo en Königsberg se estacionaron cuatro batallones. En Klaipéda, Almodóvar también fue recibido con honores, y en Riga, adonde llegó el 19 de junio, recibió incluso un obsequio del gobernador de la ciudad. El diplomático español señala que “según la costumbre de este Imperio”, todos los cargos civiles están ocupados por personas relacionadas con el ejército25 Almodóvar explica lo voluminoso de la carta por el hecho de que Curlandia es un país poco conocido en España, y concluye el mensaje al Secretario de Estado con palabras poco halagüeñas sobre cierto caos jurídico en esta parte del imperio ruso: “la poca regularidad en las guardias y honores, manifiesta bien que en este particular nada hay reglado, y que cada Gobernador hacelo que le parece”26.

El 30 de junio de 1761, el marqués Almodóvar completó su viaje, entrando en San Petersburgo. Anteriormente, cerca de 10 verstas de la ciudad27, había dejado en una casa de campo a su familia, para poder terminar de preparar la casa donde iba a vivir el diplomático español28. Su viaje desde Pamplona, pasando por Burdeos, París, Múnich, Viena, Varsovia, Königsberg, Klaipéda y Riga duró, contando todas las paradas, 169 días.

3.  Almodóvar en Rusia

El marqués de Almodóvar recibió el 10 de marzo de 1761, estando aún en París, una carta del Secretario de Estado, R. Wall29. La misiva iba acompañada del conjunto de documentos que debe portar un diplomático al asumir su cargo: las cartas credenciales, instrucciones diplomáticas y la cifra30.

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Figura 1. Pedro Francisco Luján y Góngora, duque de Almodóvar. Grabado de Juan Moreno de Tejada, 1784. Biblioteca Nacional de España
Fuente: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000032521.

En este punto, conviene centrarse en la instrucción diplomática redactada por Carlos III en el Palacio del Buen Retiro el 9 de marzo de 1761. Dicho documento establecía la justificación y los objetivos de la misión de Almodóvar en Rusia. En los primeros pasajes, el monarca expone las razones de la limitada relación diplomática mantenida hasta entonces con la corte rusa. Informa a Almodóvar de que, con el fin de establecer un vínculo formal con la soberana, ha decidido otorgar el tratamiento imperial a la zarina. Asimismo, fija el rango de los representantes diplomáticos: tanto Almodóvar como el príncipe Repnin, designado por la zarina Isabel I, debían actuar como ministros plenipotenciarios en representación de sus respectivos monarcas31. Almodóvar, a su llegada a San Petersburgo, tuvo la orden de consultar con el “Embajador ó Ministro de Francia, que residiere en aquella corte”, que presentase al diplomático español a los ministros rusos. Después se realizaría la presentación de cartas credenciales a Isabel I32. Carlos III presta especial atención al comportamiento adecuado de su ministro y de su séquito, especialmente en aquellas misiones diplomáticas en las que el catolicismo no constituye la confesión predominante:

[…] que en todas vuestras acciones os porteis con tal atencion y modestia, que vuestra persona y familia dé ejemplo á todos, de suerte que antes tengan ocasion para alabaros que el más leve motivo para censurar vuestros procedimientos […], así procurareis vivir con vuestra familia sin la menor nota de escándalo y con gran temor de Dios, que es el principal paso para el acierto de las negociaciones33.

Las principales tareas encomendadas a Almodóvar consistían en investigar el “estado interno y exterior” de la corte y del gobierno rusos, así como evaluar la situación de las fuerzas armadas, la fertilidad del suelo y los contactos comerciales. El ministro de Carlos III también debía prestar atención a los embajadores o ministros de otros países, sobre todo de Gran Bretaña, porque el monarca español quería saber “con anticipacion de todas sus ideas y maniobras”34. Era necesario, además, mantener buenas relaciones con otros enviados. La colaboración más estrecha Almodóvar iba a establecer con el embajador del rey cristianísimo, Luis XV (“vivais con su Ministro con más intimidad y union que con los demás”). Los mayores beneficios de establecer buenas relaciones con la zarina Isabel, como escribe más adelante Carlos III, se encuentran en el comercio y la navegación, para arrebatar al monopolio inglés y holandés del comercio con Rusia: “Que se vean los españoles estimulados y protegidos para emprender su comercio á Moscovia en derechura […] y que pierdan estas utilidades los ingleses y holandeses”35.

Almodóvar recibió el encargo de investigar los vínculos de ingleses y holandeses con Rusia y destruir todo lo que pudiera amenazar a los asuntos españoles. Esto incluía también los avances rusos en los descubrimientos del noroeste de Alta California. Como afirmaba el monarca: es demasiado sospechoso “el estudiado silencio de esa córte y la de Lóndres en este asunto”36.

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Figura 2. M. Seutter, Petersburgo en el año 1744
Fuente: https://en.m.wikipedia.org/wiki/File:Map_spb_1744_high.jpg.

Almodóvar inició su misión en San Petersburgo con un encuentro con el canciller, el conde Vorontsov37, a quien entregó copias de sus cartas credenciales y de sus “discursos ó arengas”, que debía pronunciar el diplomático ante Su Majestad Isabel I, el Gran Duque Pedro Fiodorovich y la Gran Duquesa Catalina Alekséyevna. A continuación, se reunió con embajadores y ministros plenipotenciarios de otros países: Austria, Francia, Reino Unido, Polonia, Suecia y Dinamarca. De este grupo, sólo el diplomático austriaco ostentaba el rango de embajador, y era a él a quien Almodóvar, según la costumbre, debía entregar un obsequio38. Almodóvar no presentó sus cartas credenciales a Isabel I hasta el 3 de septiembre de 1761, debido a la mala salud de la zarina, que llevaba mucho tiempo fuera de Petersburgo39.

El 10 de julio de 1761 se produjo un gran incendio en la ciudad, “un espectaculo bien lastimoso”. Se incendió una isla del Neva donde se habían construido almacenes para guardar lino, cáñamo, aceite y otros productos inflamables. Según demostró una investigación posterior, el incendio fue provocado por un ruso descuidado que puso una vela delante de un cuadro, a pesar de la prohibición de encender fuego. El resultado fue el incendio de la isla y de 103 barcos. Las pérdidas se estimaron en 2 millones de rublos40.

Menos de dos semanas después de su llegada a San Petersburgo, Almodóvar envió al secretario de Estado R. Wall, un informe sobre las divisiones políticas en la corte de la zarina Isabel:

Esta córte está dividida en dos partidos: Uno de la Emperatriz reinante, y otro del Gran Duque, su sucesor. La Emperatriz está declarada por el partido Gali-Austriaco, y sera muy difícil que mude de dictamen […]41.

El Gran Duque y su esposa, en cambio, son “adictos al partido inglés y prusiano”. Según el diplomático, no es ningún secreto que, tras la muerte de Isabel, el nuevo zar se pasará rápidamente al otro bando del conflicto.

La gran pasión del Gran Duque Pedro es el ejército. Mantiene cerca de mil soldados y él mismo desfila siempre en uniforme y botas militares. Durante los meses de verano reside en Oranienbaum42 y dedica todo su tiempo libre con los militares. Algunos de sus comportamientos pueden considerarse simplemente patológicos:

En el invierno […] suele salir los días de mayor frio á hacer ejercicio con sus soldados; se presenta en cuerpo delante de ellos; no permite que nadie lleve peliza, redingot ú otro abrigo que el uniforme; manda los movimientos y castiga con el palo á los que faltan á ellos, sin exceptuar á los oficiales43.

Es interesante la opinión de Almodóvar en el contexto del servicio militar obligatorio en Rusia44. Según el marqués en Rusia, “todos nacen esclavos”, por lo que es muy fácil reclutar tropas. La población es obediente, no siente aversión al servicio militar porque, al no conocer la libertad, no pierde casi nada abandonando su hogar. Desde que nacen, a los rusos se les dice que dependen de su amo y son castigados. Por estas razones, rara vez desertan. Sin embargo, la gran extensión que abarca el imperio ruso hace que sea “más difícil la union de los reclutas, y la falta de providencias hace que se pierdan y parezcan muchisimas”45. La situación no es mejor entre los oficiales. Almodóvar escribe directamente sobre su falta de competencia: “Por más que muden de General los rusos será difícil que tropiecen con uno bueno. Este es hasta ahora género raro en esta nacion”46.

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Isabel Petrovna en Tsárskoye Seló

Figura 3. E. Lanceray, Isabel Petrovna en Tsárskoye Seló, 1905
Fuente: https://eu.wikipedia.org/wiki/Fitxategi:Eliabeth_lanceret.jpg.

En septiembre llegan a Almodóvar noticias de que el rey Augusto III criticó abiertamente a los rusos por los excesos de las tropas estacionadas en Polonia. El ministro de Carlos III, que fue yerno del rey polaco, comentó las acusaciones “¡Triste situacion la del Rey de Polonia! […]. Es indubitable que los rusos han cometido muchos excesos, y que el menor ha sido vivir sobre el pais, pagando poco ó nada de lo que toman en él”47. El caso despertó gran interés en Almodóvar, quien adjuntó a su misiva a R. Wall una copia de la carta del primado de Polonia, dirigida al canciller Vorontsov. En ella, el primado Władysław Aleksander Łubieński llamaba la atención del canciller, entre otras cosas, sobre:

quejas amargas contra la disciplina militar, cuyo rigor de ningun modo observan, ni los oficiales ni los soldados, en su conducta con los habitantes. Las tropas ligeras no cesan de cometer excesos horribles é inauditos, excitados á ellos por sus mismos oficiales; se apoderan de las casas de los nobles y maltratan inhumanamente los gentiles hombres y personas de distincion.

La lista de acusaciones del primado Łubieński contra el canciller Vorontsov es demasiado larga para citarla completa.

[…] En fin, cometen toda especie de innumerables vejaciones, por las cuales hacen ver claramente que, no solamente no tienen atencion alguna á la neutralidad en que estamos, sino que tambien indisponen con su duro y cruel proceder los ánimos á un punto, que me hace temer muy funestas consecuencias48.

La atención de Almodóvar se centraba también, por supuesto, en el estado de salud de la zarina Isabel I. Desde su llegada a San Petersburgo, el diplomático español había ido recibiendo informaciones sobre la indisposición de la zarina, lo que provocó, entre otras consecuencias, un retraso en la presentación de sus cartas credenciales. Isabel padecía erisipela y no podía mantenerse en pie. Su estado de salud se deterioraba progresivamente. El 5 de enero de 1761, Almodóvar envió a Madrid la noticia de que la zarina “está agonizando sin espera de recobro”49. Ese fue también el día en que murió, habiendo recibido previamente el viático y la extremaunción.

Tras el juramento del nuevo zar Pedro III, todas las tropas estacionadas en San Petersburgo fueron llamadas al punto de reunión y alineadas en formación de batalla. Allí, el Soberano, en la tierra helada, “se presentó delante de todos estos cuerpos”. A continuación, se dispuso a inspeccionar las fortificaciones de la ciudad. Por la noche, ofreció un banquete y entretuvo a los oficiales hasta las 3 de la madrugada50. En un fragmento cifrado de una larga carta fechada el 10 de enero de 1762, Almodóvar señalaba la incertidumbre sobre qué bando del conflicto tomaría Pedro III51. El zar “ha manifestado oposicion á todo lo que es francés y aficion á cuanto ha sido inglés ó prusiano”52 y no se reunió con ningún otro ministro, salvo con el enviado inglés, Robert Murray Keith, a quien visitó en dos ocasiones, una de ellas incluso para cenar. El ministro inglés gozó de la confianza del zar, “viendole en su cuarto privadamente y sin ceremonia siempre que quiere”.

Almodóvar confía en que los rusos estén convencidos de que han sido arrastrados a la guerra por Austria y que busquen una oportunidad para ponerle fin. El 25 de febrero se celebró un gran banquete en el palacio del canciller Vorontsov, al que asistieron, además del anfitrión, el zar y los ministros plenipotenciarios, unas 140 personas en total. Durante la cena, Pedro III

no cesó de manifestar por todos caminos su parcialidad al Rey de Prusia y á los ingleses, llamando siempre al caballero Keit [sic!], Ministro de Inglaterra, son cher ami, bebiendo con el Principe Jorge de Holstein y con el General prusiano Werner á salud del Rey de Prusia.

Durante las partidas de cartas, el zar se dirigía sarcásticamente en repetidas ocasiones al diplomático español cuando este perdía una mano, diciendo “que pague la España, páguelo la España, la España es rica”. Pedro III hizo muchos otros comentarios poco halagüeños ante los que Almodóvar no reaccionó. Cuando el zar se levantó de la mesa al terminar la partida, se dice que comentó al ministro francés: “España perderá”. Aunque parecía referirse al juego, en realidad aludía a la guerra recién declarada entre España e Inglaterra, mientras el diplomático de Carlos III seguía aún en la mesa jugando. El embajador galo respondió entonces que España era grande y que, junto con Francia, constituía una potencia aún mayor. En ese momento, el exasperado zar (“enfadado y colérico”), se dio la vuelta y gritó al salir: “Je suis soldat, et je ne suis pas badin”53. Como comentó acertadamente estas palabras del soberano ruso un diplomático español Emilio Beladiez, “en realidad era justamente lo contrario: payaso, pero no soldado”54. Pedro III manifestó claramente su aversión por España y Francia, dejando claro que sus simpatías estaban con Prusia e Inglaterra. El comportamiento del zar hacia Almodóvar tiene el carácter de una humillación pública. El soberano ruso comentando las partidas de cartas traslada la tensión al plano de las relaciones interestatales, utilizando la burla como herramienta de comunicación política. La impulsividad y la falta de dotes diplomáticas de Pedro III son evidentes en su comportamiento, que Almodóvar también pone de relieve. La reacción del zar a la réplica del ministro francés, una salida airada y un grito emocionado, muestra su tensión derivada, entre otras cosas, de la difícil situación geopolítica. Pedro III estaba pues enfadado por la declaración española de la guerra a Gran Bretaña, ya que ésta era ahora incapaz de apoyar a Rusia. El embajador austriaco, por su parte, empezó a vender sus muebles al darse cuenta de que la misión tocaba a su fin.

El tratado de paz, esperado por todos, entre Rusia y Prusia, se firmó el 5 de febrero, pero no se anunció oficialmente hasta el 10 de febrero55. Gracias a las acciones de Pedro III, tuvo lugar el famoso “Milagro de la Casa de Brandeburgo”. En mayo de 1762, Almodóvar informó a R. Wall de que el zar ruso había decidido donar 20.000 soldados a Federico II. El ejército iba a ser financiado por el zar y dirigido por un general ruso56. Con el cambio de alianzas y la situación cada vez más difícil, Almodóvar recibió instrucciones de R. Wall para emular en todo al ministro francés Barón Breteuil, incluso “en salir de esa córte y dominios […]. Si V.S. saliese de esos dominios viaje en derechura á la córte de Dresde, haga allí su carta al Rey suegro de S. M. y aguarde nuevas órdenes”57.

En la segunda quincena de junio de 1762 se celebró en la corte de Pedro III la ratificación del tratado de paz con Prusia. Se organizaron unas

galas, luminarias, repetidas salvas de una numerosa artillería y de toda la tropa que estuvo sobre las armas, un magnífico fuego de artificio sobre el Neva, y en Palacio serenatas, comida y cena á que fueron convidados todos los Ministros extranjeros, á excepcion del Embajador de Viena y residente de Sajonia, que se excusaron58.

En el palacio de Oranienbaum se representó una ópera italiana, a la que también asistió Catalina, esposa de Pedro III, desde Peterhof. El zar, por su parte, tocó el violín, como acostumbró a hacer durante las celebraciones. Mientras tanto, el marqués Almodóvar no tenía motivos para alegrarse (“[…] soledad que me causa, mayormente en mi actual situacion”), ya que el barón Breteuil, con quien hasta entonces había mantenido contactos regulares, fue llamado de Petersburgo el 26 de junio, al igual que Don Ignacio Poyanos, secretario de la misión59.

El 9 de julio, en un golpe de Estado incruento, Pedro III fue depuesto y firmó un acta de abdicación del trono. Su esposa, organizadora de la “revolución”, Catalina Alexéievna fue proclamada zarina de Rusia. A principios de julio, Almodóvar ofreció a Madrid una descripción detallada y muy interesante de lo sucedido:

Aquella misma mañana de la revolucion el Gran Canciller, Conde de Voronzow, se hallaba en Orange Boom, donde toda la temporada habia estado; pocas horas antes que el Emperador se metió en el coche para llegar á Peterhofá la hora citada del convite de aquel dia; no encotró a la Emperatriz ni le supieron decir la novedad; siguió su camino hasta una casa de campo, que tiene á 18 verstas de esta ciudad; descansó un rato; no halló quien le sacara de la extraña confusion que padecía, y continuó hasta la ciudad, donde llegó á las seis de la tarde; se vió impensadamente con guardias que le condujeron á Palacio para hacer el juramento, á cuyo acto se mostró algo resistente […]60.

Pedro III murió probablemente el 17 de julio de 1762 en el palacio de Ropsha. No se puede descartar que la causa de su muerte fuera natural. Sin embargo, sobre este tema, el marqués Almodóvar, ministro plenipotenciario de Carlos III en la corte rusa, guarda silencio.

El marqués Almodóvar permaneció en la corte de Catalina II hasta mediados de julio de 1763. Un día antes tuvo una audiencia de despedida con la zarina. Al día siguiente partió por mar hacia Lübeck, adonde llegó el 14 de agosto. El 29 de agosto escribió a R. Wall una carta desde Hamburgo, y a finales de septiembre llegó felizmente a París, desde donde puso rumbo a España.

Tanto el rey Carlos III como el secretario de Estado subrayaron repetidamente en diferentes cartas su satisfacción por la misión de Almodóvar en San Petersburgo. A su regreso a España, continuó su carrera diplomática.

La misión Petersburgo fue una de las más difíciles para los diplomáticos españoles debido principalmente a la diferencia cultural y religiosa de Rusia, la distancia y la dureza del clima. Almodóvar, en su carta de diciembre de 1761, llama la atención principalmente sobre este último factor en su correspondencia: “Los frios están ya en todo su rigor, y son tan crueles que apenas son tolerables en los teatros; con este motivo se han suspendido las representaciones en el de la córte […]”61. Otras dificultades para llevar a cabo la misión diplomática se debieron a la época en que Almodóvar desempeñó su misión y al cambio radical de alianzas tras la muerte de la emperatriz Isabel.

Conclusión

La correspondencia del marqués de Almodóvar, llevada a cabo entre 1761 y 1763 durante su misión diplomática en San Petersburgo, constituye una fuente única para analizar tanto la realidad de la Rusia del siglo XVIII como la percepción occidental de aquel imperio. A través de sus detallados informes, la corte española tuvo acceso a información actualizada sobre la situación política, militar y social del Estado gobernado sucesivamente por Isabel I, Pedro III y Catalina II. Las cartas de Almodóvar no sólo documentan el curso de acontecimientos importantes, como el cambio de poder o el golpe de palacio, sino que también permiten conocer su valoración de la sociedad rusa, las élites y las costumbres políticas y cortesanas.

Las cartas permiten reconstruir la imagen de Rusia en la fase final de la Guerra de los Siete Años. Desde esta perspectiva, Rusia aparece como un país exótico, autocrático y culturalmente ajeno, pero al mismo tiempo como un actor importante en la escena internacional, con el que merecía la pena establecer relaciones diplomáticas y comerciales duraderas. El relato de Almodóvar revela tensiones derivadas de diferencias religiosas, mentales y políticas, pero también da testimonio del creciente interés de España por los asuntos rusos, tanto en el contexto de la Guerra de los Siete Años como en la política más amplia del equilibrio de poder en Europa. Vale la pena subrayar también el contexto internacional que muestra el papel de España en Europa y sus esfuerzos por estrechar lazos con Rusia en el marco de su rivalidad con Inglaterra y los Países Bajos. Aunque este aspecto aparece más bien en segundo plano, completa el cuadro general.

En definitiva, la misión del marqués de Almodóvar y sus escritos muestran cómo la diplomacia del siglo XVIII combinaba la función de información con el papel de intérprete y comentarista de la realidad, configurando así la forma en que Europa Occidental percibía a Rusia.

References/Bibliografia

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En el “Mercurio de España”, un periódico de carácter político, editado en Madrid desde el año 1738, se publicó entonces una noticia de su fallecimiento que decía: “[…] sirvió a S.M. por espacio de 48 años con el zelo, inteligencia y acierto que le hicieron acreedor a la estimación general”, véase “Mercurio de España” [Madrid], 2 (1794), pp. 143–144.

Las cartas del marqués de Almodóvar fueron publicadas en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España véase Marqués de la Fuensanta del Valle (ed.), Correspondencia diplomática del Marqués de Almodóvar, Ministro Plenipotenciario ante la corte de Rusia, 1761–1763, Madrid, 1893 (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, t. 108).

Las relaciones diplomáticas entre España y Rusia en el siglo XVIII son de interés para muchos historiadores que trabajan en temas de política internacional. Entre ellos destacan A.M. Schop Soler, Un siglo de relaciones diplomáticas y comerciales entre España y Rusia 1733–1783, Madrid 1984; J.M. Sánchez Diana, Relaciones diplomáticas entre Rusia y España en el siglo XVIII (1780–1783), “Hispania”, 49 (1952), pp. 590–605; E. Beladiez, Dos españoles en Rusia: el marqués de Almodóvar 1761–1763 y don Juan Valera 1856–1857, Madrid 1969; O. Volosiuk, La política exterior de España (1789–1793) según los diplomáticos rusos, “Investigaciones Históricas”, 18 (1998), pp. 123–137; M. Kovács, La primera reacción del estado español a la aparición de Rusia como una gran potencia. Instrucciones del rey Felipe V al Conde de Bena, ministro plenipotenciario en Rusia (1741), “Hispania”, 59 (1999), núm. 202, pp. 565–586; M.V. López-Cordón Cortezo, Intereses económicos e intereses políticos durante la guerra de la independencia: las relaciones hispano-rusas, “Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea”, 7 (1986), pp. 86–87. Cabe añadir aquí que una aportación muy importante en el contexto del conocimiento y comprensión de las relaciones hispano-rusas en el siglo XVIII fue realizada por Cezary Taracha: C. Taracha, Sekrety hiszpańskiej ambasady w Rosji. Matryca szyfrowa księcia de Liria z 1727 roku, “Studia Rossica Gedanensia”, 2 (2015), p. 361, C. Taracha, Algunas consideraciones sobre la cuestión rusa y turca en la política española de la época de Carlos III, “Teka Komisji Historycznej”, 9 (2012), pp. 60–61; P. de la Fuente, C. Taracha, O hiszpańskich dyplomatach w Rosji XVIII wieku uwag kilka, “Studia Rossica Gedanesia”, 3 (2016), pp. 431–441.

Destacan aquí las acciones del cardenal Giulio Alberoni, primer ministro de Felipe V, que intentó forjar una gran alianza hispano-sueco-rusa entre 1715 y 1719. Sin embargo, las acciones de Alberoni resultaron contraproducentes, véase. C. Taracha, Szpiedzy i dyplomaci. Wywiad hiszpański w XVIII wieku, Lublin 2005, p. 182. Resultados similares tuvieron las negociaciones dirigidas por Francesco Arcelli, ministro plenipotenciario de Carlos, duque de Parma, para concertar un matrimonio entre Fernando, hermanastro de Carlos, y la princesa Natalia, hija de Pedro I, véase. M. Espadas Burgos (ed.), Corpus diplomático hispano-ruso (1667–1799), t. 1, Madrid 1991, pp. 67–68. A su vez, en 1727, Jacobo Francisco Fitz-James Stuart, duque de Liria, hijo del famoso duque de Berwick, fue enviado a Rusia como ministro plenipotenciario de Felipe V. Su principal tarea consistía en obtener el apoyo ruso para la invasión española de Escocia con el fin de instalar a Jacobo Estuardo en el trono. Sin embargo, la misión fracasó, véase. C. Taracha, Sekrety hiszpańskiej ambasady w Rosji, p. 361.

10 José de Carvajal y Lancaster (1698–1754) – político español, en los años 1746–1754 secretario de Estado.

11 Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada (1702–1781) – político y militar español, secretario de Hacienda en los años 1743–1754. Rival político de J. de Carvajal y Lancaster.

12 D. Ozanam, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle, pp. 61–62.

13 “[…] el poder de esta potencia y los influjos que va extendiendo sobre todas las negociaciones y los sucesos en Europa, hacen más apetecible cada dia su amistad”, véase AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción que llevó el Marqués de Almodóvar cuando fué de ministro plenipotenciario á Rusia, fechada en Buen Retiro á 9 de marzo de 1761, p. 12.

14 E. Vila Vilar, Los rusos en América, „Anuario de Estudios Americanos”, 22 (1965), p. 621.

15 AGI, Estado, XIV, 86 B, Almodóvar a Wall, Petersburgo, 7 X 1761.

16 Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda, escribió sobre la necesidad de contactos comerciales con Rusia durante su misión a Gdańsk, véase C. Taracha, Misja Pedro Arandy w Gdańsku. Kilka uwag o handlu gdańsko-hiszpańskim w drugiej połowie XVIII wieku, “Rocznik Gdański”, 52 (1992), pp. 159–186, C. Taracha, Jeszcze o misji Pedro Arandy w Gdańsku w 1761 roku, “Rocznik Gdański”, 56 (1996), núm. 2, pp. 17–22.

17 España tardó mucho en reconocer el título del emperador. Los Países Bajos y Prusia accedieron a las demandas rusas ya en 1722, Suecia en 1723, Dinamarca en 1724, Sajonia en 1733, Turquía en 1741, Austria y Gran Bretaña en 1742, mientras que Francia lo hizo en 1744 o 1745, véase M. Kovács, M. Kovács, La primera reacción del estado español, p. 584.

18 AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción, p. 9.

19 C. Taracha, Algunas consideraciones sobre la cuestión rusa y turca, pp. 60–61.

20 P. de la Fuente, C. Taracha, O hiszpańskich dyplomatach, p. 433.

21 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Paris, 24 III 1761, p. 18.

22 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Paris, 22 II, 1761, p. 6.

23 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Viena, 18 IV, 1761, p. 19.

24 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Riga, 24 VI 1761, p. 24.

25 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Riga, 24 VI 1761, p. 25.

26 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Riga, 24 VI 1761, p. 26.

27 Versta es una unidad de longitud rusa igual a 3500 pies. En el sistema métrico son 106 kilómetros.

28 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 30 VI 1761, p. 27.

29 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Paris, 19 III 1761, p. 17.

30 P. de la Fuente, C. Taracha, O hiszpańskich dyplomatach, p. 439.

31 La primera elección de Carlos III para el cargo de ministro plenipotenciario ante la corte de Isabel I fue el conde Ricla, pero justo antes de comenzar la misión cayó gravemente enfermo (“le precisó una prolija enfermedad”), lo que le impidió emprender el viaje a Rusia.

32  AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción, p. 11.

33 AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción, pp. 11–12.

34 AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción, p. 12.

35 AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción, p. 13.

36 AGS, Estado, leg. 6618: Minuta de la instrucción, p. 15.

37 Mijaíl Ilariónovich Vorontsov (1714–1767) – político y diplomático ruso, en los años 1758–1765 fue canciller. Participó en la revolución palaciega de 1741 que ascendió al trono a Isabel I. Uno de sus colaboradores más cercanos.

38 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 26 VI 1761, p. 30.

39 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 7 IX 1761, p. 55.

40 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 4–15 VII 1761, pp. 31–32.

41 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 11–22 VII 1761, p. 34.

42 En la correspondencia de Almodóvar aparece el nombre de Orange Boom. La residencia de los zares rusos fue construida en 1710 por iniciativa de Pedro I.

43 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 11–22 VII 1761, p. 37.

44 Sobre los asuntos militares en la correspondencia del marqués de Almodóvar, véase M. Karkut, “Aquí… cada día se siente más el peso de la guerra”. Cuestiones militares en la correspondencia del Marqués de Almodóvar desde Rusia, 1761–1763, en: Wojny w narracjach uczestników i świadków. Z dziejów wojskowości polskiej i powszechnej, t. 13, ed. A. Niewiński, Lublin 2025, pp. 172–185.

45 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 11–22 VII 1761, p. 37.

46 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 26 XI y 7 XII 1761, p. 86.

47 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 23 X y 3 XI 1761, p. 74.

48 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 1–12 XI 1761, pp. 76–77.

49 AGS, Estado, leg. 6619: Almodóvar a Wall, Petersburg, 5 I 1762, p. 94

50 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 10 I 1762, pp. 96–97.

51 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 10 I 1762, p. 100.

52 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 16 I 1762, p. 105.

53 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 26 II 1762, p. 120.

54 E. Beladiez, Dos españoles en Rusia, p. 88.

55 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, sin fecha, p. 133.

56 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 17–28 V 1762, p. 133.

57 AGS, Estado, leg. 6621: Wall a Almodóvar, Aranjuez, 31 V 1762, p. 172.

58 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 23 VI 1762, p. 181.

59 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 21 VI y 2 VII 1762, pp. 182–183. Ignacio Poyanos fue nombrado coronel del Regimiento de Granada, véase D. Ozanam, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle, p. 402.

60 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 2–13 VII 1762, p. 186.

61 AGS, Estado, leg. 6621: Almodóvar a Wall, Petersburg, 4–15 XII 1761, p. 88.

62 Las relaciones diplomáticas entre España y Rusia en el siglo XVIII son de interés para muchos historiadores que trabajan en temas de política internacional. Entre ellos destacan A.M. Schop Soler, Un siglo de relaciones diplomáticas y comerciales entre España y Rusia 1733–1783, Madrid 1984; J.M. Sánchez Diana, Relaciones diplomáticas entre Rusia y España en el siglo XVIII (1780–1783), “Hispania”, 49 (1952), pp. 590–605; E. Beladiez, Dos españoles en Rusia: el marqués de Almodóvar 1761–1763 y don Juan Valera 1856–1857, Madrid 1969; O. Volosiuk, La política exterior de España (1789–1793) según los diplomáticos rusos, “Investigaciones Históricas”, 18 (1998), pp. 123–137; M. Kovács, La primera reacción del estado español a la aparición de Rusia como una gran potencia. Instrucciones del rey Felipe V al Conde de Bena, ministro plenipotenciario en Rusia (1741), “Hispania”, 59 (1999), núm. 202, pp. 565–586; M.V. López-Cordón Cortezo, Intereses económicos e intereses políticos durante la guerra de la independencia: las relaciones hispano-rusas, “Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea”, 7 (1986), pp. 86–87. Cabe añadir aquí que una aportación muy importante en el contexto del conocimiento y comprensión de las relaciones hispano-rusas en el siglo XVIII fue realizada por Cezary Taracha: C. Taracha, Sekrety hiszpańskiej ambasady w Rosji. Matryca szyfrowa księcia de Liria z 1727 roku, “Studia Rossica Gedanensia”, 2 (2015), p. 361, C. Taracha, Algunas consideraciones sobre la cuestión rusa y turca en la política española de la época de Carlos III, “Teka Komisji Historycznej”, 9 (2012), pp. 60–61; P. de la Fuente, C. Taracha, O hiszpańskich dyplomatach w Rosji XVIII wieku uwag kilka, “Studia Rossica Gedanesia”, 3 (2016), pp. 431–441.